Víctima o Victimario...

viernes, 4 de diciembre de 2009

“He sido educado en aquello de que toda autoridad viene de dios,
concedo por supuesto.
Pero hay que preguntarse una cosa muy importante,

primero está aquello que se debe obedecer a dios antes que a los hombres,

que es mucho más
importante que el decir

que toda autoridad viene de dios (…)

Por ejemplo la autoridad de los psiquiatras, viene de dios,
pero eso, ¿prestigia a los psiquiatras, o deja mal a dios?
Espero que nadie lo tome como blasfemia.”

(Fragmento, Sabias Palabras. Manu Chao, La Colifata)


Al ver por primera vez el clásico del cine chileno “El Chacal de Nahueltoro” de inmediato me han venido dos ideas a la cabeza, dos ideas que hicieron emerger aun muchas más ideas e inquietudes, y fue ahí cuando comenzó a emerger el análisis que llevaré a cabo en el presente ensayo.

La primera idea desciende del derecho penal y permite preguntarse ¿cómo se puede culpar a un hombre, penalizarlo y además ser condenado a la pena de muerte, si no hay un sistema que genere educación e inserción en la sociedad? Esta idea esta claramente plasmada en esta película, haciendo notar un error y una contradicción fatal, que termina convirtiendo al protagonista en víctima del sistema, dejándolo como gran victimario al estado, quien proporciona tardíamente la rehabilitación y posteriormente el castigo. Debemos tomar en consideración que el “derecho es el conjunto de normas que regulan la convivencia social y permiten resolver los conflictos interpersonales” (Caucoto, N. Introducción al derecho).

Por lo tanto, si actuamos fuera de estas normas manifestadas en el código penal, podemos también ser calificados como “los otros” que podemos afectar a la estabilidad de la mayoría, diría Foucault. Es necesario clarificar que no proponemos el abolicionismo frente a este panorama, sino solo hacer notar esta contradicción en el sistema penal.


En segundo lugar, no nos podemos alejar de una segunda idea, que originalmente la escuchamos en una crítica a los planteamientos freudianos sobre sus estudios en la sanación de la histeria, donde se critica esta pretensión curativa de la histeria, sin tomar en consideración curar a la sociedad que la genera. En esta oportunidad se da una cuota de responsabilidad y locura a la sociedad, donde esos “otros” son “otros” porque hay una sociedad que los califica como “otros”, y donde nuevamente se pretende no afectar la estabilidad del grupo mayor que quizás también está afectado por una locura, pero de una locura normalizada y que a la vez los hace pertenecer a la mayoría.

Ahora bien, es necesario y pertinente que nos cuestionemos la locura, y la tensión entre lo normal y lo anormal. En consecuencia, como se grafica esta situación en la sociedad, y bajo que fundamentos se genera esta idea. ¿Será por mantener la estabilidad del grupo mayor y por lo mismo estos “otros” son alejados de la sociedad? ¿Será por que rompen las normas de estabilidad del grupo mayor? Foucault plantea que los aparatos institucionales tales como las cárceles o psiquiátricos surgen en función de un control del los cuerpos de estos “otros”.

Para un mayor entendimiento comprendemos que la película “El Chacal de Nahueltoro” trata de la historia verídica de un hombre Chileno vagabundo llamado Jorge del Carmen Valenzuela Torres que, criado en la miseria y el sufrimiento asesinó a una mujer y a los cinco hijos de ésta, los que le habían dado alojamiento, siendo condenado a muerte con posterioridad. El film nos muestra en imágenes el testimonio de "El Chacal de Nahueltoro” y la difícil infancia del asesino, su incierta adolescencia y la miseria que lo acompañó siempre. Además, el nos acerca al encierro y amansamiento del protagonista en la cárcel hasta el cumplimiento de la sentencia de la pena de muerte.

El film nos propicia a la reflexión sobre los fundamentos mismos del delito y la justicia de lo que llamamos “el marginal” frente a la sociedad. “El Chacal de Nahueltoro” representa la irracionalidad frente al orden que imponen las instituciones modernas, es un excluido, vive al margen de todo límite moral y norma legal, simboliza esos espacios oscuros que no pueden ser alumbrados por la racionalidad moderna. Por este motivo, necesita ser descifrado y entendido.


Pues el cuestionamiento del millón para nosotros, y además donde podemos aunar estas dos ideas que emergieron de manera espontánea en nuestras cabezas se pueden graficar en la conflictiva de estos “otros” encajados en la locura y el castigo que ofrece la sociedad o los aparatos institucionales como la cárcel o el psiquiátrico.

Esta condición alienante que proporciona la sociedad para lo “anormal”, se activa para la serenidad de la sociedad, se castiga para la convivencia y la paz social dejando de lado el llamado estado de “salud” lleva en sí el gérmen de lo mórbido” (Foucault, M. 2004 El nacimiento de la clínica) siendo éste germen parte de nosotros. Se deja a un lado a la sociedad, quien cumple un rol importante en el concepto de “locura”.

En primer lugar, podemos decir que, la sociedad es quien aliena y discrimina la construcción personal, entonces ¿como castigar? Esto es claro en los aconteceres experienciales del “chacal”, quien no respondía a la norma ya que nunca tuvo un arraigo social, pues no tenía familia, ni tampoco al estado que lo educara para la inserción social, llegando estos esquemas cuando ya era demasiado tarde. En otras palabras, podríamos decir que nunca se manifestó el poder de la norma en su psiquis. Cae precisamente en este escenario rescatar un extracto de la idea de de Enrique Gómez Correa en su libro “Sociología de la locura” en el cual afirma que “vivimos bajo el prejuicio de lo “normal”. Toda manifestación incómoda para la tranquilidad de los señores dominantes, es calificada de enfermiza”(1) aquí lo anormal, o los “otros”, como lo planteamos antes, nos hace dar cuenta de esta concepción discriminatoria en la que cae la sociedad, esta “anormalidad” que rompe con la estabilidad de la mayoría o de los señores dominantes, es despojada de manera arbitraria e inescrupulosa, pasando a ser clasificada como “locura” dejando de lado tintes subjetivos y experienciales. Esto esta vivamente plasmado en “El Chacal de Nahueltoro”

También nos encontramos con lo “normal”, con un sujeto modelo para la sociedad, un producto de la sociedad para la convivencia y equilibrio social. Foucault nos dice sobre esto que “La medicina desarrollará también un concepto de hombre saludable, es decir a la vez una experiencia del hombre no enfermo, y una definición del hombre modelo (…) Toma una postura normativa que la funda para regir relaciones físicas y morales del individuo y de la sociedad en la cual él vive.” (Foucault M. El Nacimiento de la Clínica)

Podemos deducir entonces que existe un ideal de hombre que se apega a la norma y que tiene como principal finalidad que sea o llegue a ser un sujeto para la sociedad, y por otro lado desde el punto de vista de la anormalidad, lo que no se quiere que los sujetos sean. Esto atiende estrictamente a las construcciones sociales de estos sujetos, a su propio contexto y desde ahí analizar su actuar, y catalogarlos para un buen comportamiento moral y normativo, pues de lo contrario habría un quiebre en esta tensión de lo normal y lo anormal, clasificado en algunos casos como “locura” y en otros casos penalizado como la cinta que Littin realiza.

En segundo lugar, es necesario tomar en cuenta que la “locura” es parte de la sociedad, y no es un factor externo que derrumba nuestra anhelado equilibrio social, nosotros somos también responsables de que este diagnóstico tan discriminado aparezca y se haga parte de nuestra inmaculada edificación social, nosotros somos parte de la locura, y de manera olvidadiza y desconsiderada pretendemos eliminarla de nuestro orden, viéndola como un importuno, que intenta derrumbar la estabilidad que como proyecto intentamos configurar.

Entonces, logramos captar que victimario se trasforma en víctima de este orden impuesto por el mundo civilizado, este panorama se presenta como una cadena infinita donde todos los victimarios se convierten en víctimas del verdugo mayor, que en este caso seria la sociedad y los aparatos institucionales. Metafóricamente podríamos encontrar a todos los estamentos sociales encargados de hacer valer los preceptos consagrados en el derecho procesal penal, donde el conjunto de normas se entiende como el modo de aplicación de las normas escritas en el código penal. Nos encontramos entonces con los agentes reguladores, es decir, los jueces, el sacerdote, la policía y la multitud, quien se encarga de enfrentar al “Chacal de Nahueltoro”, gritándole “asesino, criminal, desquiciado” con el fin de hacerle saber que el era un “otro”, un extraño boicoteador del orden social.

Así mismo, Foucault en “el nacimiento de la clínica” explica que “las sociedades viven ya que hay en ellas enfermos que se marchitan, y otros, sanos en plena expansión”.(2) Es aun más clarificador lo que queremos decir en este ensayo, pues la locura y los psiquiátricos, los criminales y las cárceles, son necesarias en la sociedad, para esta “expansión” de los sanos. Por su lado Gómez nos dice que “es inconcebible la existencia de una sociedad, en ausencia del factor “anormal”. El crimen y todas las demás expresiones repudiadas; los “inadaptados” y los “degenerados superiores”, vienen a constituir, pues, las condiciones de existencia de la sociedad”(3)

De esta manera, se hace evidente que la “anormalidad”, es decir, los “otros” son una parte importante de lo construido, pues como siempre se ha sabido, en la sociedad hay roles que cuentan con una territorialidad y una función significativa dentro de esta organización de la sociedad.

Ahora bien, podemos ver que nuestras dos ideas espontáneas no están tan fuera de lugar, ya que hay un funcionamiento social que permite el movimiento de estos engranajes, que tienen como finalidad una articulación que mantienen el equilibrio social, que permite a unos, ser hombres ideales diferenciándose de estos “otros”, pero que de alguna manera también necesitan una sanación, no se puede curar una locura, apartándose de una sociedad que la genera. Y por otro lado, como estos son castigados por el brazo de la ley, donde el estado sin hacer cumplido su rol subsidiario previo, pena sin tomar en consideración la vida anómica de un sujeto, sin un arraigo social, rehabilitando de manera tardía, como es el caso del protagonista del “Chacal de Nahueltoro”, llegando a un final bastante lamentable y terrible.

La sociedad es la que se encarga de comprender y dotar de razón los abominables actos del Chacal, mientras que para el, la vida no se justifica en la razón, su situación, podemos decir que es una pura sucesión de hechos sin proyección o futuro, Jorge es un sujeto del que sabemos su origen y que sabemos su final, estamos frente a un marginal cuya existencia misma está a la base de la cultura tradicional chilena, donde la marginalidad social y cultural lo envestirán con subjetividad, su historia de vida nos remonta a la pobreza y la exclusión, al “huacheraje” y la rabia social, a la falta de sociabilidad y de trabajo, todo esto envuelto en un vago y nebulosos manejo del lenguaje que no permite la diferenciación de éste con su turbulenta y miserable vida.


El chacal cuando es encarcelado y captado por el sistema institucional, adquiere un status de persona, el estatus del hombre moderno, pero esta institución es la que le da muerte, luego de la higiene, el deporte, la religión, la instrucción y el trabajo se finaliza con el actuar de la soberanía del aparato de justicia, nos encontramos con el triunfo de la modernidad penitenciaria y judicial. Sin embargo nos vemos frente a una modernidad que nos agolpa de forma agresiva y terrible, se trata de una sociedad donde hay una primacía de los discursos modernos sobre el manejo institucional de la sociedad y el progreso cultural. Vemos como el plano penal, la institución penitenciaria solo combina ciertas cosas de un control disciplinario moderno, por un lado, con maneras arcaicas de instrucción religiosa y trabajo artesanal para conducir a una intimidad culposa y redimida del Chacal que finalmente adquiere rasgos de humanidad.

El Chacal, dotado de una personalidad hermética e introvertida, se presenta de forma enigmática ante la razón y lastimera ante la sociedad espléndida que tiene el don de la vida en sus manos, se enfrenta a un sacerdote que aconseja, un juez que sentencia, un capitán que habla del fusilamiento, pero el peso del orden social es mayor, y la figura de autoridad y Ley deben cumplirse, por tanto la locura y la aberración deben extirparse por el bien común, pero ¿que ocurre con el origen del crimen? ¿Con las verdaderas razones que impulsaron a Jorge a realizar tremendo crimen? Estas son las dudas y problemáticas que nos deja el film y nos lleva a reflexionar tentativamente que quizás debemos indagar sobre la personalidad del chacal y sus antecedentes, que nos muestran que desde niño tuvo una vida miserable de sufrimiento, violencia y desamor, ambiente que formó lo que llamamos “una personalidad anormal” llevándolo e impulsándolo a reaccionar en forma violenta, reproduciendo por cierto su propia ley, distinto a una persona normal, sin respeto al orden y la moral. Es así que podemos dilucidar la contradicción a la que nos enfrentamos, donde el victimario se trasforma en víctima en el orden impuesto por el mundo civilizado y la sociedad es la encargada administrar la muerte para vengarla.





(1) Gómez, E. (1945) “Sociología de la locura”,Santiago de Chile, Ediciones; Aire Libre. Cap.I “los llamados estados de “salud” y de “enfermedad”, pág. 88
(2) Foucault, M. (2004), “El nacimiento de la clínica”, Buenos Aires Argentina. Ediciones; Siglo XXI. Cáp II; “Una conciencia pólitica”, Pág: 62

(3) Gómez, E. idem. Pág; 89

TALLER: APRENDER HACIENDO. COLAEPSI PARAGUAY 2009

PONENCIA: ¿Cuál es el rol del psicólogo en las prácticas comunitarias? COLAEPSI PARAGUAY 2009

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